La vida...

"La Historia es un motor...un motor que engrana la crítica, la voluntad de poder y la existencia humana."

martes, 12 de julio de 2011

Otro cuento que contar.

Anales de un aprendiz


No estaba seguro de que alguna vez iba a poder escribir un diario: yo sabía que tenía las capacidades y los conocimientos suficientes para escribir uno, pero aún no una decisión concreta o algo que me inspirara a realizarlo. No fue hasta que vi a mi maestro postrado en su lecho, pálido y con protuberancias ennegrecidas provocadas por el brote de la muerte asechante que había atacado en los últimos 500 años; la peste bubónica.

Yo le tenía un gran cariño a mi maestro. Me había instruido desde los 20 años, cuando recién había emigrado de su ciudad natal Constantinopla. Fueron los otomanos quienes atacaron la capital e hicieron que escapará a la península Itálica, asentándose en el bello puerto de Florencia. Su sabiduría fue tal, que de esta manera varios se interesaron en su experiencia; yo entre uno de ellos. Aún me acuerdo cuando me relataba sobre su vida, y que consideraba tan diferente estos tiempos a los que había vivido en Bizancio. Me contaba sobre el poder de la Iglesia que esta tenía en aquellos años y el afán hegemónico que tenía el Papa por dominar todo el territorio posible. Luego de su escape y su establecimiento en Italia, se asombró de los avances que había tenido Europa. Acá ya no se respetaba ni seguía la iglesia católica con gran énfasis, sino que se prefería la mentalidad burguesa y el interés de los hombres sobre las obras del mundo clásico junto con la importancia del hombre como centro del Universo. Fue así que se enseñó durante el resto de su vida, y ahora se encontraba al borde de la muerte tendido sobre su cama.

Las últimas palabras que pudo pronunciar fueron:

-Querido aprendiz, tú has sido uno de los mejores de mi clase y la más interesada persona que he conocido. Siempre querías saber más y por eso te he legado todos los conocimientos posibles que alguna vez tuve en mi vida. Ya es hora que me vaya, estoy muy débil y mi cuerpo ya no resiste el gran peso de mis huesos. Mi último deseo sería que tu pudieras seguir mis pasos, superarme, que alguna vez seas reconocido como un gran humanista, no como pude yo, y que en tu mente tengas un agradecimiento para ese pobre erudito que alguna vez te enseño todo lo que sabes.

Y con estas palabras y con suspiros de ultratumba se le fue el alma al eterno descanso de su dura vida. Mi idea de resistir fue inútil, no pude contener mis lágrimas y las derrame sin control sobre el demacrado cadáver de mi respetado y viejo maestro.

No pude seguir mis estudios como era debido por un mes entero. La muerte de mi querido maestro me dejó un gran vacío en mi vida. Lo único que me inspiró a seguir fue la esperanza de ser alguien en la historia y poder darle ese honor a mi educador. Ahora tenía que ocupar todos mis conocimientos adquiridos para poder lograrlo. Me pondré de inmediato a trabajar.

No pude escribir hace mucho tiempo. Ya han pasado tres meses y no se me ocurre nada que inventar. Mis esperanzas están cayendo y no creo que pueda llegar a finalizar mi sueño. Únicamente he logrado ser un hombre culto en todos los ámbitos; con un saber universal. Al menos creo que eso es más importante que ser un típico caballero que tiene que rendir culto a su Dios y aparentar conocer algo sobre los autores clásicos y la música. Creo que es una farsa ser parte de la nobleza y por eso entiendo que soy mayor y más importante que un belador.

Al fin se me ocurrió algo, es como que mi inspiración me ha llegado como un haz de luz llega entre las tinieblas e ilumina la tierra. Después de una semana de mi último escrito pude crear algo novedoso que va a servir para todas las próximas generaciones. Es un invento épico que cambiará la historia de las batallas y le denomino tanque armado. Consiste en una estructura metálica que se desplaza mediante todos un sistema de engranajes y ruedas, y que en sus interior es manejado por un soldado que le da dirección y movimiento por otros 10 más que hacen rotar las poleas del artefacto. Este invento tiene la magnitud de fuerza equivalente a una tropa de mil guerreros, resiste todas las flechas que se le sean lanzadas y puede destruir una muralla de un castillo con un puro golpe que este de. Eso si que solo tengo el boceto. Como tengo todos los materiales para la construcción, solo me faltaría ayudantes que me brinden su apoyo en la ejecución del arma y para eso tendré que escribir las partes del tanque y mandar el bosquejo oficial a la imprenta para poder guiar a mis sirvientes. Le confiaré este preciado papel a mi estudiante Leonardo para que lo lleve a la imprenta. No tengo a nadie más confiable que a mi fiel aprendiz. Ojala que no caiga en manos de algún desconocido y me robe mis ideas.

¡Como pude entregarle a Leonardo mi plano del tanque! Ayer me enteré de que mis dibujos nunca llegaron a la imprenta y que Leonardo se había que dado con mi creación. Hoy no vino a mis lecciones, así que es más de seguro que se ha escapado o tal vez ido a una ciudad lejana. Me sentí impotente, tenía toda mi ira contenida en mi interior y no podía desquitarme con nadie. Como a alguien tan inteligente se le ocurre entregarle su invención a su discípulo. Me siento tan vacío y depresivo. Imaginarse que una nueva época se venía para el uso de las armas y de un momento a otro me lo arrebataron de las manos sin que yo hiciera algo al respecto. Estoy seguro que en este mismo instante Leonardo tiene que estarse haciendo fama en cualquier otro lugar. Estoy derrotado. Ya no puedo vivir con esta gran decepción. Aún no me puedo explicar como le entregué mi valioso esquema del tanque.  No seré nadie en la vida y menos en la historia. Te he decepcionado grandioso maestro. Fui mi oportunidad de brillar y la he desaprovechado. Me siento demasiado avergonzado. No tendré dignidad y menos te pondré rendir a ti. He sido un estúpido y todo por mi culpa.

No he trabajado durante un mes entero. He quedado marcado profundamente. Me cuesta dormir y no se como ocupar mi tiempo. Pero si hoy escribo en mi registro no es para hablar de mi carrera de “impresionante” inventor, sino de una maravilla que ha ocurrido. La Iglesia se ha separado. Una institución que ha tenido el poder por más de 1000 años, ha tenido recientemente su ruptura. Menos mal que la reforma protestante es más flexible que el ideal católico. En realidad pienso que puede haber un Dios. Prefiero formar parte del luteralismo a estar regido por normas absurdas de la Iglesia cristiana y que más quiere ser una entidad lucrativa mediante el aprovechamiento de esta sobre los fieles a la religión que rendirle culto a una deidad.

Han pasado alrededor de cinco días (ya no se cuantos en realidad, he perdido la noción del tiempo) pero aunque sea un ingenioso humanista, me ha encantado las ideas propuestas por Martín Lucero. Imaginarse que era un fiel sacerdote hasta que criticó el status de la fundación eclesiástica y siguió nuevas teorías que se desplazaron rápidamente por el continente europeo. Esta fe me ha entusiasmado ha proseguir con mis estudios. Ya se que la religión y el humanismo raros de juntar, pero ¿Quién dijo que no se podía? Puede haber escasas analogías en las cosas más desiguales, como entre la fe y la laicidad. Aunque sea difícil de encontrar semejanzas, en el fondo los religiosos y los laicos criticaban de igual manera a la Iglesia. Este acontecimiento me ha dado razones para no desperdiciar mi vida y mis conocimientos, y además con mis bosquejos
Descubrí que soy un muy buen pintor. Estoy dispuesto a ser un artista, que represente al humano con tal importancia sin dejar de lado su aspecto de santidad. Me uniré al movimiento renacentista. Haré tan perfectas mis pinturas que incluso lleguen a tener un mensaje oculto, tan secreto que tan solo un genio como yo pueda descifrar. Pero no será cualquier escrito, sino que contendrá la verdad de mi invención, de quien fue su creador verdadero y la farsa de mi estudiante Da Vinci. Mi venganza esta cerca. Ahora sabrán que nadie subestima al grandioso e inteligente, pintor, inventor y escultor Miguel Ángel Bounarotti.

1 comentario:

Recuerda que el respeto es básico en la relación entre los hombres.